el lugar sin nombre de estos dos

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viernes, 5 de diciembre de 2008

Segunda y última parte de las despedidas

Siempre he pensado que no hay buenas segundas partes pero por ahora la creo necesaria y si es buena o mala pues ya se decidirá al final.

mmmm.... esta entrada va dedicada a una niña que se llama Sandra, niña a la cual vi dos horas a la semana durante un año, niña a la cuál veía -en ocasiones- más veces que a mi papá; va dedicado a esa niña que durante un año ocupó mi pensamiento, en la cual me preocupaba y hasta en la que a veces soñaba....

Sandra es una niña que llegó a mi con la finalidad de ser ayudada, niña que al despedirse me dio las gracias... si, me dio las gracias cuando yo debí de haber sido el que diera las gracias -gracias por haberme enseñado-. pero en fin, esa despedida se dio en un entorno brumoso, en un momento en el cual los dos quisimos hacerlo normal y sin dramatismo pero con un gran sentimiento, con muchas palabras detenidas, con muchas palabras que fueron "tragadas" para no romper con la solemnidad que requería el momento.

Es difícil, es complicado pensar qué será de ella o qué será de mi en algunos años, pero como lo decía en la primera parte: "las despedidas son necesarias sino no se harían" y si, la despedida se volvió necesaria para el crecimiento de ambos.

Difícil, lo se, pero necesaria.

Y así como esta, existen, han existido y seguirán existiendo muchas despedidas, algunas más dramáticas y otras que ni recordaré en algunos años pero - al fin y al cabo- necesarias todas ellas.

Me despido... con un ADIÓS.

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